Imaginando el futuro inmediato de sala


Imaginar el futuro inmediato de la sala, la rentabilidad de un aforo reducido y una adaptación (más allá del cambio), son algunos de las interrogantes que plantea Ángel Muñoz Garriga (Maìtre, profesor de formación profesional en sala y empresario) en ‘Hablan los Expertos’.

El servicio tendrá que adaptarse durante algún tiempo, buscando el equilibrio entre seguridad y trato; todo ello sin perder su esencia.

Una disminución de aforo reduciría drásticamente la rentabilidad

Imaginarme el futuro inmediato de la sala es complicado. De momento se está hablando de medidas higiénicas específicas, algo que no representará ningún problema en este sentido. Sin embargo, una de las medidas planteadas es una separación de dos metros para evitar cruces entre trabajadores y clientes. Esto es  algo complicado, ya que el soporte actual de la mayoría de las cartas se entrega en mano; además, al tomar la comanda a viva voz y a esa distancia se perdería intimidad para el cliente y la nula discreción del personal de sala. Desde un punto de vista económico, esta disminución de aforo reduciría drásticamente la rentabilidad o simplemente no sería factible para el negocio.

Transporte y servicio

El transporte y servicio de platos y bebidas es otro de los aspectos más complicados. El contacto directo con la mesa solo se puede sustituir por sistemas de autoservicio o análogos, pero para ello es necesaria cierta infraestructura de la que la mayoría de establecimientos carece, a no ser que hablemos de hoteles. Por otra parte, en este tipo de servicio se pierde la comunicación y la complicidad que existe en el servicio.

El servicio, por su parte, tendrá que adaptarse durante algún tiempo, buscando el equilibrio entre seguridad y trato; todo ello sin perder su esencia.

Adaptación temporal

Creo que más que un cambio en el servicio, debemos verlo como una adaptación temporal hasta que los investigadores encuentren un tratamiento eficaz o descubran la vacuna que acabe definitivamente con esta pandemia.

Me resulta muy difícil concebir un cambio radical ante una forma de vida muy arraigada: generaciones de ciudadanos han pasado parte de su vida en cafés, restaurantes y bares, y estos establecimientos, a su vez, han dado personalidad propia a las tantas, barrios y ciudades de este país. El servicio, por su parte, tendrá que adaptarse durante algún tiempo, buscando el equilibrio entre seguridad y trato; todo ello sin perder su esencia.

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